Playa las Loberas
Había una vez en el puerto de Ilo una playa en la cual vivían una señora y sus dos nietas. Un día la señora mando a sus nietas a recoger leña, sin saber que por ese lugar se encontraban merodeando piratas.
Los piratas al ver a las niñas fueron tras ellas, las golpearon y las ultrajaron.
Las niñas al regresar a su casa le contaron todo lo sucedido a su abuela, quien enfurecida salió en busca de los culpables.
Al encontrar a los culpables, la mujer lanzo grandes maldiciones contra ellos, y debido a esto se dice que los piratas se convirtieron en lobos marinos.
Es por eso que a ese lugar se le conoce con el nombre de la playa Las Loberas.

El vengador espíritu pirata
Narran los pescadores con más experiencia del varadero artesanal de Ilo, que Puerto Inglés , playa ubicada al sur de la ciudad, fue como una especie de fuerte y desembarcadero pirata.
Los piratas desembarcaban aquellos tesoros que sustraían de los navíos de la corona española en una fortaleza peñosa construida por la propia naturaleza, la cual hallamos en el cerro de peñas que se encuentra ubicado frente a la playa.
Como era costumbre, después de haber atacado un navío real, la tripulación pirata quedaba maravillada de tanta riqueza , todos los objetos eran de oro y decorados con rubíes.

Al día siguiente de cada robo, el capitán de la embarcación declaraba los tesoros y a la vez los demás daban fe de protegerlo de cualquier amenaza inclusive sacrificando sus vidas.

Una noche Gulibert uno de los piratas, presionado por la codicia de la mujer que amaba, sustrajo un cofre. Al ser descubierto por sus compañeros, huyó despavoridamente rumbo al cerro de peñas con la finalidad de esconderlo, y así lo hizo.
No había pasado mucho tiempo y Gulibert fue detenido por el capitán, quien ordenó castigarlo por la traición, lo cual era castigado con la muerte, y así lo hicieron. Degollaron a Gulibert y condenaron su espíritu a la protección infinita de los tesoros.

Transcurridos los años, nadie se atrevía a buscar el baúl. Gulibert recorre las inmediaciones del cerro de peñas , decapitado , debido al castigo que le dieron.

Se dice que su espíritu seguirá penando hasta reunir la cantidad de vidas que tenía la tripulación pirata a la que pertenecía. También dicen que aquel que encuentre o trate de encontrar el baúl del tesoro será maldecido como Gulibert.



La Horma
Al norte de la ciudad de Ilo, hay un manantial copioso que desemboca en la playa El Platanal,llamada así porque en su lecho se levantan palmeras a la cual debe su nombre , además de higueras y otras plantas.
Aquí habitaba un pequeño pero aguerrido pueblo perteneciente a la cultura chinchorro. Su vida cotidiana se desarrollaba entre la paz de sus quehaceres domésticos, los hombres se dedicaban a la pesca, al cultivo y a la orfebrería, y las mujeres al tejido y cerámica.

Cuando Wiracocha vino a Ilo a sumar territorios para incorporarlos a su Imperio , tuvo conocimiento de las ricas minas de oro que existían al norte enviando un pequeño grupo de guerreros. Debido a la dificultad de acceso a la quebrada El Platanal, no pudieron doblegar a los dueños de casa.
Irritado, el Apu Wiracocha, cuenta la leyenda, voló hacia el lugar y aterrizo cerca al manantial dejando estupefactos a los del chinchorro y sometiéndolos de este modo.
Testigo de esto, es que hoy en día se puede apreciar en una roca la horma del pie que el inca Wiracocha dejo al llegar.

La Boca del Sapo
Hace mucho tiempo cuando el puerto de Ilo estaba en pleno crecimiento, el gobierno peruano mandó a inspeccionar el terreno para la construcción de la vía férrea para el paso de “Kalamaso” -esto hace muchos años atrás- a un grupo de obreros, el objetivo era observar por donde debería de pasar la línea férrea del futuro tren que vendría de Moquegua.

Empezaron, los obreros, desde la zona denominada “Bello Horizonte”, caminaron por el acantilado de los cerros y no encontraron ninguna dificultad, pero cosa curiosa, avistaron un cerro de forma muy peculiar, tenía la forma de una boca, esto por la zona de Miramar.

Tras larga caminata, los obreros se pusieron a descansar en las faldas de este último cerro, pero un curioso trabajador quería explorar aquel cerro de extrañas formas; en el momento del descanso se fue a la cima y todos lo avistaron atónitos por tal osadía.

Todos esperaban el regreso de su compañero de trabajo pero este no llegaba, pasó el tiempo y la preocupación comenzó a inquietar a los demás obreros.

Se decidieron en ir a buscarlo, ingresaron a la abertura del cerro de extrañas formas y no encontraron nada, sólo uno de ellos pudo ver a un sapo muerto que no le tomó mucha importancia. Los hombres seguían con la búsqueda, pero los resultados eran desalentadores.

Al atardecer regresaron al Campamento donde reportaron la desaparición de su compañero al jefe de la expedición.

La búsqueda fue intensa durante varios días sin resultados positivos. Nunca apareció este muchacho, decía la gente, por esos tiempos, que la boca se había tragado al hombre que había venido a inspeccionar la ruta que tendría el “Kalamaso”.
Hoy a ese cerro lo llaman “La boca del sapo”, ubicado más allá de Miramar, en la provincia de Ilo.


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